Evaluación escolar, el rol de las emociones y conexiones neuronales
Adaptado de La Prensa Austral, 6 de Enero del 2019.
– La Magíster en Fisiología, Carmen Gallardo, y la Doctora en Educación, Pilar Reyes, abordan este tema y plantean que los profesores deben adecuar los estándares que aplican en la revisión del aprendizaje de sus estudiantes.
Una nota no demuestra realmente el aprendizaje de un niño. Esta es una premisa que, no por sabida, se aplica en los establecimientos educacionales y, por el contrario, se insiste en medir el grado de comprensión de las materias con la escala del 1 al 7.
A esto se puede agregar que no todos los niños y jóvenes tienen igual ritmo de aprendizaje y que es diferente el modo en que cada uno va interiorizando los conceptos y quienes reciben bajas calificaciones sufren frustración y ésta conduce, en la mayoría de los casos, al desaliento.
“La evaluación para el aprendizaje es una concepción nueva que implica que tenemos que hacer progresar a los estudiantes desde el punto en que nos encontramos con ellos. Entonces, se debe trabajar el concepto de progreso, el concepto de ofrecer oportunidades, el concepto de dar tiempo a los niños para que aprendan”, señaló Pilar Reyes, Doctora en Educación delas Ciencias basada en la Indagación y encargada del Programa Nacional de Indagación Científica para la Educación en Ciencias (ICEC).
El ICEC es una iniciativa de innovación pedagógica del Ministerio de Educación, que busca fortalecer la educación pública, ayudando a docentes de diversas asignaturas que trabajan en escuelas urbanas y rurales y liceos públicos, a mejorar la calidad de la enseñanza científica.
Este programa es ejecutado por entidades de enseñanza superior en trece regiones del país. En esta región, es ejecutada por la Universidad de Magallanes y abarca desde el nivel parvulario hasta segundo medio.
Dentro del programa, la Universidad de Chile está trabajando con escuelas especiales, entendiendo que es importante que todos los niños tengan verdadera opción de aprender. De esta experiencia, Pilar Reyes declara rotunda:
“Hemos aprendido que todos tienen la posibilidad y la oportunidad de aprender y todos van desarrollando, paulatina y gradualmente, una interacción con la naturaleza, con una capacidad de explicación de lo que es esa naturaleza. (Vemos) cómo ellos van creciendo también en interacción con otros niños y trabajando en equipo. Por lo tanto, la educación en Ciencias no tan sólo se queda en el concepto, sino que también en el desarrollo de las habilidades, de las actitudes como la curiosidad, la capacidad de equipo, el gusto por aprender y la alegría por aprender, y también el cuidado de la naturaleza, que tanto necesitamos en este minuto, por todo el
tema del cambio climático
que le estamos dando importancia a nivel nacional e internacional”, subrayó (ver nota al final).
Trabajo con la Umag
Con la Umag, una de las líneas de trabajo es la Formación Docente en Indagación Científica, la cual, entre otras acciones, desarrolla un Curso Anual de Especialización Intermedia. Allí se abordan elementos esenciales de didáctica de las ciencias naturales, a través de ocho unidades, una de las cuales fue ser dictada por la Profesora de Biología y Ciencias, Magíster en Fisiología, Carmen Gallardo.
Para ella, la evaluación escolar es vital, porque “es la manera como nosotros vamos a ir dándonos cuenta del aprendizaje que nuestros alumnos están teniendo y para ello es súper importante ir buscando nuevas estrategias”, asegura.
En uno de los módulos dictados en el marco del trabajo que se desarrolla en la Umag, su participación estuvo enfocada en las bases biológicas del aprendizaje, visto desde las neurociencias y la importancia que tienen las emociones. “Cuando un alumno se siente tranquilo, se siente querido, está en un ambiente grato, es mucho más fácil que aprenda y, por supuesto, obtener bajas calificaciones genera conductas negativas que bloquean el aprendizaje”.
Carmen explica que las conexiones sinápticas permiten ir fijando el aprendizaje, lo que facilita ir obteniendo logros académicos y, así, alcanzar emociones positivas. Ése es el círculo virtuoso que hay que proteger en el proceso de evaluación y para llevarlo a la práctica, el módulo concluyó con la participación de la Doctora en Educación de las Ciencias basada en la Indagación y encargada del programa ICEC en la Universidad de Chile, Pilar Reyes, quien compartió un trabajo de evaluación para el aprendizaje, en el contexto de una colaboración entre universidades estatales por la educación pública.
“Tenemos que hacer progresar a los estudiantes desde el punto en que nos encontramos con ellos”, dice Pilar y para eso considera necesario trabajar los conceptos de progreso, oportunidades y tiempo que tienen los docentes. “Las conexiones neuronales necesitan precisamente eso, tiempo, y no necesitan que les digamos que tienen un 2 o un 4 o un 7”, explica. El trabajo debe ser más afectivo, porque “si recibe un número 2 como nota (en escala) de 1 a 7, va a ser una frustración y, en el fondo, la conexión neuronal va a ser negativa”, comentó la académica.
Para Natalia Armijo, profesora de Educación Física de la Escuela Pedro Pablo Lemaitre y de la Umag, el tema es complejo. “Nosotros sabemos que los niños aprenden, pero eso después tenemos que traspasarlo a las calificaciones. Queremos que los niños estén contentos, estén felices, pero que también aprendan”, afirmó.
En tanto, María Isabel Acevedo, profesora de Matemática de la Escuela 18 de Septiembre de Punta Arenas, coincide con sus colegas en que tienen poco tiempo para evaluar y en el hecho de que “una nota no demuestra realmente el aprendizaje (…), o sea, hay que dar oportunidades, porque la evaluación es una toma de decisión que el profesor tiene que hacer a raíz de lo que ha ido conociendo de sus alumnos”, aseguró.
Doctora Pilar Reyes y la importancia de las emociones y las conexiones cerebrales
“LA EVALUACIÓN PARA EL APRENDIZAJE ES UNA EVALUACIÓN PARA EL PROGRESO DE TODOS LOS NIÑOS EN LA SALA DE CLASES”
“La evaluación para el aprendizaje es una evaluación para el progreso de todos los niños en sala de clases”, ese es el mensaje que vino a entregar a Punta Arenas Pilar Reyes, la Doctora en educación de las Ciencias basada en la Indagación y encargada del programa Icec en la Universidad de Chile.
Esto, entendiendo que se trata de un cambio de concepción y paradigma que no es fácil de implementar en los establecimientos educacionales.
La Universidad de Chile y la Umag están trabajando conjuntamente en Magallanes el programa ICEC.
En la Región Metropolitana, la Universidad de Chile dirige este programa en cinco comunas: Santiago, Recoleta, Ñuñoa, La Reina y El Bosque. El año recién pasado tuvieron allí una matrícula de 37 profesores, cada uno con 35 alumnos en sus establecimientos. Esto ha permitido impactar a unos 900 alumnos. “Y hay algo muy importante que estamos realizando y que, realmente, le permite la equidad al programa, que tiene que ver trabajar con niños con necesidades educativas especiales”, remarcó.
“El primer y segundo Icec fue con profesores que trabajan en Educación Parvularia, Educación Básica y Educación Media, pero en la tercera y cuarta cohorte trabajamos con duplas pedagógicas, que son el profesor de Ciencias de Educación Básica más el profesor de Educación Diferencial, para planificar en conjunto para los niños integrados o para los niños que están con alguna necesidad especial de aprendizaje”, hizo ver.
Acotó que también trabajan con profesores de colegios especiales, de las escuelas de sordos, de ciegos y de establecimientos con multo-déficit. “Hemos aprendido que todos tienen la posibilidad y la oportunidad de aprender y todos van desarrollando, paulatina y gradualmente, una interacción con la naturaleza, con una capacidad de explicación de lo que es esa naturaleza. (Vemos) cómo ellos van creciendo también en interacción con otros niños, y trabajando en equipo. Por lo tanto, la educación en ciencias no tan sólo se queda en el concepto, sino que también en el desarrollo de las habilidades, de las actitudes como la curiosidad, la capacidad de equipo, el gusto por aprender y la alegría por aprender, y también el cuidado de la naturaleza, que tanto necesitamos en este minuto, por todo el tema del cambio climático que le estamos dando importancia a nivel nacional e internacional”, subrayó.
Durante su paso por Punta Arenas, Pilar Reyes explicó que la tarea específica para el ICEC-Umag fue trabajar el módulo de evaluación, en conjunto con la profesora Carmen Gallardo. Ella trabajó, en primera instancia, toda la línea de aprendizaje desde las neurociencias y a la Doctora de la Universidad de Chile le correspondió trabajar la línea pedagógica.
“Nosotros completamos el módulo con un trabajo de evaluación para el aprendizaje, que es una concepción nueva que implica que tenemos que hacer progresar a los estudiantes desde el punto en el que nos encontramos con ellos. Entonces, el concepto de progreso, el concepto de ofrecer oportunidades, el concepto de dar tiempo a los niños para que aprendan, lo teníamos que trabajar. Porque las conexiones neuronales necesitan, precisamente, eso: necesitan los tiempos y no necesitan que les digamos que tienen un 2. La conexión neuronal no va a recibir un 2 o un 4 o un 7, sino que va a ser un trabajo más afectivo. Si recibe un niño un número 2 como nota de 1 a 7, va a ser una frustración y, en el fondo, la conexión neuronal va a ser negativa. En circunstancias que
si damos una posibilidad de progresión, y nos ponemos de acuerdo hacia dónde tiene que dirigirse el aprendizaje, ya (se) genera una instancia positiva y una actitud positiva hacia el aprendizaje, tanto cognitivo como emocional. Y no lo sacamos fuera del sistema y no le decimos el mensaje: ‘Tú eres bueno para esto o bueno para esto otro’, sino que generamos posibilidades de desarrollo permanente, en un área que es fundamental para la humanidad y para la vida diaria”, hizo ver.
– ¿Qué tan distante está la realidad respecto de esa evaluación que se plantea como ideal?
– “Está distante. Por diferentes situaciones. Mantenemos las evaluaciones estandarizadas a nivel nacional. Mantenemos el reglamento de evaluación de 1 a 7, o pasamos con un 4. En el fondo, todo está determinado por una nota y no está la posibilidad o todavía la estructura de poder dar espacio al desarrollo de los niños para que logren sus aprendizajes, sistémicamente. Entonces, hay mucho que cambiar en eso. Si cambiar de una metodología tradicional a una metodología basada en la indagación (donde el alumno es el protagonista del aprendizaje) ya cuesta tiempo y convicción, trabajar en coherencia en la evaluación (y pasar) de una evaluación tradicional de 1 a 7 a una evaluación por el aprendizaje, también cuesta, porque cuesta transformar el concepto en el profesor y en la estructura de escuela para poder trabajar esa idea de trabajar en coherencia, de cómo aprende el estudiante, y de cómo se evalúa ese aprendizaje. En algunos se demora más; en algunos se demora menos, pero tenemos que darle oportunidad a todos a que se desarrolle ese concepto”.